viernes, 18 de noviembre de 2011

LA OPINIÓN PUBLICA




PATH FOR SEEKING INTO THE PUBLIC OPINIÓN WORKS
DERROTERO PARA GUIARSE EN LOS ESTUDIOS DE


By Herr Professor Sergio A. Urquijo
University of Antioquia - Medellín


La Opinión Pública puede ser considerada a la vez como un sustantivo, un concepto y un área de estudio, repartidos entre la Ciencias Políticas, la Comunicación y la Sociología. Desde la posición que nos incumbe, la de la Comunicación Social, el fenómeno de la Opinión Pública tiene una relación intensa y compleja con los medios de comunicación y el periodismo.

Los conceptos de manipulación, agendas de comunicación, comunicación política, participación ciudadana y sondeos aparecen repetidamente en periódicos, noticieros y revistas, usados de una forma bastante imprecisa e incluso tendenciosa que el comunicador responsable debe tantear y criticar.

La aclaración de estos temas es básica para emprender un estudio crítico de los fenómenos de Opinión Pública. Tanto para el periodismo como para las otras áreas de la comunicación, la OP es el eje y pilar conceptual y crítico, pues define qué funciones e influencias tienen los medios en el desarrollo de la vida social y política de un país.

La primera pregunta sobre la cual debemos reflexionar al empezar nuestro estudio es clara:
¿Cuáles son los factores que hacen que una población determinada en un momento histórico determinado apoye o rechace las iniciativas de su gobierno?
De esta cuestión partirán otras más precisas, esenciales en la reflexión sobre el tema:
¿Cuánta influencia puede ejercer una población en las decisiones de su gobierno?
¿Cuáles son los mecanismos reales de la interacción entre gobierno y población? Aquí tendremos que determinar el lugar de los gobernantes, los representantes, los políticos y los medios de comunicación dentro de este sistema de influencias.

Nótese que se ha usado la palabra población, que es un concepto geográfico y antropológico claramente definido, reemplazando la mucha más conflictiva palabra "pueblo".

La definición más general de la opinión pública es también la más controvertida; la formulado por los Ilustrados. Ellos, confiando plenamente en la razón y en el poder decisivo de la gente, formularon la democracia como la participación directa del pueblo en su gobierno. Y por lo tanto entendieron la opinión pública como el consenso de la población respecto a un asunto político o social.

Más tarde el concepto derivó hacia a idea de control social. La OP fue asumida como la forma en que una población puede controlarse a sí misma, determinando qué actitud debe tener cada individuo o segmento social, y dictando a la vez "castigos" para quienes se alejen de dicho "consenso".

Y más recientemente, la OP está siendo debatida entre las posiciones de control social ya mencionadas y la de una actitud activa de la sociedad respecto a sus normas. Podríamos decir, pecando de simplificadores, que el concepto oscila entre la idea de opinión pública como voz u actividad que manifiesta el deseo de una población y el de silencio y pasividad que evita que las voces disidentes suenen con más fuerza.

OP Y DEMOCRACIA

Más que en otras áreas, este es un terreno netamente teórico. Muchos autores, desde Platón y San Agustín (indirectamente, claro está) hasta especializados como Habermas y Noelle-Neumann han dado sus puntos de vista sobre que lugar ocupan en la vida social el individuo, la comunidad, las organizaciones y los medios. Nosotros trataremos de orientar nuestro estudio a analizar las relaciones entre dos conceptos netamente modernos: opinión pública y democracia.

La democracia fue concebida por lo griegos (especialmente por Platón) como un gobierno acorde a los designios del pueblo. Esto deriva, en el pensamiento moderno, en una idea de democracia directa, donde cada ciudadano podría expresar su opinión sin interferencias sistémicas y plenamente autorizado por la educación. El voto universal y los conceptos de referendo y plebiscito son resultado de esta confianza.

Pero es imposible identificar opinión pública con democracia directa por el sencillo motivo de que sólo una pequeña parte de la población activa estaría dispuesta a asumir la responsabilidad de determinar qué le es conveniente. La mayor parte de la gente considera que hay muchas preocupaciones en la vida más importantes y urgentes que pensar como organizar la sociedad.

Más polémica es la discusión de la capacidad del pueblo para autogobernarse,  identificada a veces con el conflicto entre elitismo y populismo.

Por un lado, está la idea de que el pueblo no tiene la información ni el criterio necesarios para gobernarse a sí mismo y que requiere ser representado por ciertas personas supuestamente capacitadas. Por otro, la confianza en la opinión individual del ciudadano. La vida política de los últimos tres siglos ha sido la búsqueda de un punto de equilibrio entre ambas concepciones de democracia.

La cadena de preguntas referentes a este tema podría ser la siguiente:
¿Sería factible un sistema político basado en la participación directa de la población?
¿Está capacitado el ciudadano medio para opinar y decidir sobre temas complejos que requieren amplia reflexión?
¿Son legítimos los mecanismos de participación directa (referendos, plebiscitos) o son meros artilugios populistas?

MAYORÍA Y MINORÍAS

De estas cuestiones se desprende el más complejo de los temas de Opinión Pública, importante sobre todo por la enorme sensibilidad que posee: la situación de las minorías, especialmente en sociedades muy diversas, como las latinoamericanas.

El afán universalizador de la modernidad, influido por ideales griegos y cristianos que se refieren a la ética de lo absoluto, trajo la obsesión por los principios aplicables a todos los individuos. La declaración de Derechos Humanos, por ejemplo, nos parece a los occidentales obvia y necesaria, prácticamente natural. Pero dentro del mismo occidente, y justo en la patria de Jefferson y Lincoln, la pena de muerte sigue erigiéndose como reto autorizado al primer artículo. Y las contradicciones se hacen insondables mientras menos modernas son las sociedad afectadas por dicha universalización.

Si en el campo de la razón pueden presentarse dichos dilemas, en el terreno de lo mítico y de lo tradicional las leyes de la universalidad pierden toda su validez. La moral, entendida en su más antiguo concepto de costumbre, impone en las sociedades ciertas normas que deben ser obedecidas por todos los individuos, sin importar su arbitrariedad. Con origen étnico, jerárquico, religioso o económico, la imposibilidad de completo consenso da origen a las minorías.

Una premisa de nuestro estudio será la confrontación entre los designios de las mayorías y los deseos de las minorías. La serie de preguntas sería:
¿Tiene derecho la opinión mayoritaria de imponerse sobre la de las minorías?
¿Hasta donde es legítima esta imposición, en aras del orden social, y dónde se convierte en simple opresión?
¿Qué mecanismos pueden proveer un equilibrio entre las opiniones mayoritarias y los derechos de las minorías y de los individuos?

Una última pregunta en este ciclo sería más actual y trascendente en cuanto nuestras sociedad se debaten continuamente entre tópicos morales como la eutanasia, el homosexualismo, el aborto y la ilegalidad de las drogas. ¿Qué posición deben ocupar las posiciones minoritarias en el sistema completo de la opinión pública y sus consecuencias políticas?

FUNCIONES DE LA OPINIÓN PÚBLICA

En los anteriores temas a tratar se sitúa la base de la Opinión Pública como área de estudio. Por un lado, las funciones de la OP en la organización social y política. Por otro lado, la manipulación de la OP por parte de los poderes (especialmente del periodismo).

La reflexión sobre esto parte de la filosofía, con autores como Locke, Hume, Madison, Hegel y Bertrand Russell, que todo estudiante debe ir conociendo a medida que avanza en sus estudios. Este rigor académico no es solo vanidad, sino que garantiza que el tratamiento de los temas empíricos se hará desde todos los puntos de vista posibles y de una forma intelectual.

Más accesibles y directos, aunque también más circunstanciales en sus planteamientos, son los autores políticos: Rousseau, Tocqueville, Croce  y Wells. La literatura, la religión y las ciencias naturales también han dado luz sobre el fenómeno de la "conciencia popular", los mecanismos de participación ciudadana y la manipulación de las masas.

Peor para el estudio de la OP puede partirse de los dos autores que han tomado el tema como centro de sus obras: el filósofo Jurgen Habermas y la socióloga A. Noelle-Neumann. En sus obras, formuladas en los años setenta y ochenta (bastante actuales comparados con otros autores del área) dan sus definiciones de Opinión Pública y se centran en un problema científico: cuáles son las funciones de la opinión pública.

Además, hacen un análisis sobre las posibilidades y mecanismos de manipulación de la OP por parte de gobiernos, empresas y medios de comunicación, y sobre sus formas de medición. No en balde los sondeos, encuestas y predicciones tienen como objetivo medir la opinión de la población acerca de un tema determinado. Y no en balde son herramientas polémicas, inciertas y altamente manipulables, que pueden influir en las acciones de la gente y de sus gobernantes.

Las preguntas pertinentes para el análisis de este asunto rotan alrededor de artículos y obras de dichos dos autores:
¿Cuáles son las funciones latentes y manifiestas, según cada autor, de la opinión Pública?
¿Cómo puede medirse la OP y cuales serían los indicadores? ¿En qué grado miden realmente la opinión de la gente?
¿De qué maneras pueden ser manipuladas las mediciones de OP tales como sondeos y encuestas, a favor o en contra de una posición política?

Tras llevar a reflexión, debate y escritura todos los interrogantes planteados, puede darse por sentado que se ha hecho un estudio global y completo de los principales temas que son tocados por la opinión pública como área. Después pude procederse a analizar las implicaciones de toda esta teoría en la vida real: los medios, el gobierno, la política local y mundial, las empresas noticiosas, los casos notorios de manipulación en Ecuador y América Latina, las contradicciones morales de los gobiernos.

Para evitar la dispendiosa labor de leer las obras de Habermas y Noelle-Neumann, y de todos los demás autores que han construido este conocimiento, recomiendo los artículos de estudiosos y comunicadores que han tratado de manera sintética o analítica, académica o divulgativa.

Los textos de Luis Fernando Aguilar Villanueva y de Marisela Portillo, profesores mexicanos, son los más claros y permiten un panorama sobre el contenido insinuado en este derrotero. Es bastante útil leerlos buscando resolver los interrogantes que hemos planteado. El artículo de Margarita Voladeras es bastante más profundo y especializado en la obra de Habermas, por lo que se recomienda como texto de ampliación.

Sólo después de comprender ampliamente los temas de Opinión Pública obtiene el comunicador la capacidad para internarse con autoridad en áreas esenciales de nuestra carrera: la comunicación política, el discurso, el periodismo político y social, la manipulación de la información y las agendas de comunicación (que son la base de todos las empresas noticiosas, sean en TV, radio, prensa o Internet).

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