viernes, 18 de noviembre de 2011

LA OPINIÓN PUBLICA




PATH FOR SEEKING INTO THE PUBLIC OPINIÓN WORKS
DERROTERO PARA GUIARSE EN LOS ESTUDIOS DE


By Herr Professor Sergio A. Urquijo
University of Antioquia - Medellín


La Opinión Pública puede ser considerada a la vez como un sustantivo, un concepto y un área de estudio, repartidos entre la Ciencias Políticas, la Comunicación y la Sociología. Desde la posición que nos incumbe, la de la Comunicación Social, el fenómeno de la Opinión Pública tiene una relación intensa y compleja con los medios de comunicación y el periodismo.

Los conceptos de manipulación, agendas de comunicación, comunicación política, participación ciudadana y sondeos aparecen repetidamente en periódicos, noticieros y revistas, usados de una forma bastante imprecisa e incluso tendenciosa que el comunicador responsable debe tantear y criticar.

La aclaración de estos temas es básica para emprender un estudio crítico de los fenómenos de Opinión Pública. Tanto para el periodismo como para las otras áreas de la comunicación, la OP es el eje y pilar conceptual y crítico, pues define qué funciones e influencias tienen los medios en el desarrollo de la vida social y política de un país.

La primera pregunta sobre la cual debemos reflexionar al empezar nuestro estudio es clara:
¿Cuáles son los factores que hacen que una población determinada en un momento histórico determinado apoye o rechace las iniciativas de su gobierno?
De esta cuestión partirán otras más precisas, esenciales en la reflexión sobre el tema:
¿Cuánta influencia puede ejercer una población en las decisiones de su gobierno?
¿Cuáles son los mecanismos reales de la interacción entre gobierno y población? Aquí tendremos que determinar el lugar de los gobernantes, los representantes, los políticos y los medios de comunicación dentro de este sistema de influencias.

Nótese que se ha usado la palabra población, que es un concepto geográfico y antropológico claramente definido, reemplazando la mucha más conflictiva palabra "pueblo".

La definición más general de la opinión pública es también la más controvertida; la formulado por los Ilustrados. Ellos, confiando plenamente en la razón y en el poder decisivo de la gente, formularon la democracia como la participación directa del pueblo en su gobierno. Y por lo tanto entendieron la opinión pública como el consenso de la población respecto a un asunto político o social.

Más tarde el concepto derivó hacia a idea de control social. La OP fue asumida como la forma en que una población puede controlarse a sí misma, determinando qué actitud debe tener cada individuo o segmento social, y dictando a la vez "castigos" para quienes se alejen de dicho "consenso".

Y más recientemente, la OP está siendo debatida entre las posiciones de control social ya mencionadas y la de una actitud activa de la sociedad respecto a sus normas. Podríamos decir, pecando de simplificadores, que el concepto oscila entre la idea de opinión pública como voz u actividad que manifiesta el deseo de una población y el de silencio y pasividad que evita que las voces disidentes suenen con más fuerza.

OP Y DEMOCRACIA

Más que en otras áreas, este es un terreno netamente teórico. Muchos autores, desde Platón y San Agustín (indirectamente, claro está) hasta especializados como Habermas y Noelle-Neumann han dado sus puntos de vista sobre que lugar ocupan en la vida social el individuo, la comunidad, las organizaciones y los medios. Nosotros trataremos de orientar nuestro estudio a analizar las relaciones entre dos conceptos netamente modernos: opinión pública y democracia.

La democracia fue concebida por lo griegos (especialmente por Platón) como un gobierno acorde a los designios del pueblo. Esto deriva, en el pensamiento moderno, en una idea de democracia directa, donde cada ciudadano podría expresar su opinión sin interferencias sistémicas y plenamente autorizado por la educación. El voto universal y los conceptos de referendo y plebiscito son resultado de esta confianza.

Pero es imposible identificar opinión pública con democracia directa por el sencillo motivo de que sólo una pequeña parte de la población activa estaría dispuesta a asumir la responsabilidad de determinar qué le es conveniente. La mayor parte de la gente considera que hay muchas preocupaciones en la vida más importantes y urgentes que pensar como organizar la sociedad.

Más polémica es la discusión de la capacidad del pueblo para autogobernarse,  identificada a veces con el conflicto entre elitismo y populismo.

Por un lado, está la idea de que el pueblo no tiene la información ni el criterio necesarios para gobernarse a sí mismo y que requiere ser representado por ciertas personas supuestamente capacitadas. Por otro, la confianza en la opinión individual del ciudadano. La vida política de los últimos tres siglos ha sido la búsqueda de un punto de equilibrio entre ambas concepciones de democracia.

La cadena de preguntas referentes a este tema podría ser la siguiente:
¿Sería factible un sistema político basado en la participación directa de la población?
¿Está capacitado el ciudadano medio para opinar y decidir sobre temas complejos que requieren amplia reflexión?
¿Son legítimos los mecanismos de participación directa (referendos, plebiscitos) o son meros artilugios populistas?

MAYORÍA Y MINORÍAS

De estas cuestiones se desprende el más complejo de los temas de Opinión Pública, importante sobre todo por la enorme sensibilidad que posee: la situación de las minorías, especialmente en sociedades muy diversas, como las latinoamericanas.

El afán universalizador de la modernidad, influido por ideales griegos y cristianos que se refieren a la ética de lo absoluto, trajo la obsesión por los principios aplicables a todos los individuos. La declaración de Derechos Humanos, por ejemplo, nos parece a los occidentales obvia y necesaria, prácticamente natural. Pero dentro del mismo occidente, y justo en la patria de Jefferson y Lincoln, la pena de muerte sigue erigiéndose como reto autorizado al primer artículo. Y las contradicciones se hacen insondables mientras menos modernas son las sociedad afectadas por dicha universalización.

Si en el campo de la razón pueden presentarse dichos dilemas, en el terreno de lo mítico y de lo tradicional las leyes de la universalidad pierden toda su validez. La moral, entendida en su más antiguo concepto de costumbre, impone en las sociedades ciertas normas que deben ser obedecidas por todos los individuos, sin importar su arbitrariedad. Con origen étnico, jerárquico, religioso o económico, la imposibilidad de completo consenso da origen a las minorías.

Una premisa de nuestro estudio será la confrontación entre los designios de las mayorías y los deseos de las minorías. La serie de preguntas sería:
¿Tiene derecho la opinión mayoritaria de imponerse sobre la de las minorías?
¿Hasta donde es legítima esta imposición, en aras del orden social, y dónde se convierte en simple opresión?
¿Qué mecanismos pueden proveer un equilibrio entre las opiniones mayoritarias y los derechos de las minorías y de los individuos?

Una última pregunta en este ciclo sería más actual y trascendente en cuanto nuestras sociedad se debaten continuamente entre tópicos morales como la eutanasia, el homosexualismo, el aborto y la ilegalidad de las drogas. ¿Qué posición deben ocupar las posiciones minoritarias en el sistema completo de la opinión pública y sus consecuencias políticas?

FUNCIONES DE LA OPINIÓN PÚBLICA

En los anteriores temas a tratar se sitúa la base de la Opinión Pública como área de estudio. Por un lado, las funciones de la OP en la organización social y política. Por otro lado, la manipulación de la OP por parte de los poderes (especialmente del periodismo).

La reflexión sobre esto parte de la filosofía, con autores como Locke, Hume, Madison, Hegel y Bertrand Russell, que todo estudiante debe ir conociendo a medida que avanza en sus estudios. Este rigor académico no es solo vanidad, sino que garantiza que el tratamiento de los temas empíricos se hará desde todos los puntos de vista posibles y de una forma intelectual.

Más accesibles y directos, aunque también más circunstanciales en sus planteamientos, son los autores políticos: Rousseau, Tocqueville, Croce  y Wells. La literatura, la religión y las ciencias naturales también han dado luz sobre el fenómeno de la "conciencia popular", los mecanismos de participación ciudadana y la manipulación de las masas.

Peor para el estudio de la OP puede partirse de los dos autores que han tomado el tema como centro de sus obras: el filósofo Jurgen Habermas y la socióloga A. Noelle-Neumann. En sus obras, formuladas en los años setenta y ochenta (bastante actuales comparados con otros autores del área) dan sus definiciones de Opinión Pública y se centran en un problema científico: cuáles son las funciones de la opinión pública.

Además, hacen un análisis sobre las posibilidades y mecanismos de manipulación de la OP por parte de gobiernos, empresas y medios de comunicación, y sobre sus formas de medición. No en balde los sondeos, encuestas y predicciones tienen como objetivo medir la opinión de la población acerca de un tema determinado. Y no en balde son herramientas polémicas, inciertas y altamente manipulables, que pueden influir en las acciones de la gente y de sus gobernantes.

Las preguntas pertinentes para el análisis de este asunto rotan alrededor de artículos y obras de dichos dos autores:
¿Cuáles son las funciones latentes y manifiestas, según cada autor, de la opinión Pública?
¿Cómo puede medirse la OP y cuales serían los indicadores? ¿En qué grado miden realmente la opinión de la gente?
¿De qué maneras pueden ser manipuladas las mediciones de OP tales como sondeos y encuestas, a favor o en contra de una posición política?

Tras llevar a reflexión, debate y escritura todos los interrogantes planteados, puede darse por sentado que se ha hecho un estudio global y completo de los principales temas que son tocados por la opinión pública como área. Después pude procederse a analizar las implicaciones de toda esta teoría en la vida real: los medios, el gobierno, la política local y mundial, las empresas noticiosas, los casos notorios de manipulación en Ecuador y América Latina, las contradicciones morales de los gobiernos.

Para evitar la dispendiosa labor de leer las obras de Habermas y Noelle-Neumann, y de todos los demás autores que han construido este conocimiento, recomiendo los artículos de estudiosos y comunicadores que han tratado de manera sintética o analítica, académica o divulgativa.

Los textos de Luis Fernando Aguilar Villanueva y de Marisela Portillo, profesores mexicanos, son los más claros y permiten un panorama sobre el contenido insinuado en este derrotero. Es bastante útil leerlos buscando resolver los interrogantes que hemos planteado. El artículo de Margarita Voladeras es bastante más profundo y especializado en la obra de Habermas, por lo que se recomienda como texto de ampliación.

Sólo después de comprender ampliamente los temas de Opinión Pública obtiene el comunicador la capacidad para internarse con autoridad en áreas esenciales de nuestra carrera: la comunicación política, el discurso, el periodismo político y social, la manipulación de la información y las agendas de comunicación (que son la base de todos las empresas noticiosas, sean en TV, radio, prensa o Internet).

REFLEXIONES SOBRE EL PERIODISMO

 Por: Ramiro Manatilla

“Entre las invenciones de los tiempos modernos, el periodismo es una de las que más ha contribuido para la civilización y el adelanto del género humano...
La imprenta y el periodismo son, respecto del pensamiento, lo que los ferrocarriles y el vapor respecto de los intereses materiales...
Las ideas corren como el agua, fácil, conocida y abundantemente; se reparten por toda la tierra; la humedecen, la fecundizan, y la cosecha es pronta y de buena calidad”.                                                                                                     


VOCES CON SABOR A VIDA
Que nuestros pueblitos de la sierra norte carecían de los servicios básicos no es noticia vieja, es una lacerante realidad que envolvía nuestros sueños.                                                                                                          Los bandos públicos, de vez en cuando unas pintas en las paredes, los remedadores en tiempo de  inocentes, las comedias, las kermeses con la banda y las guitarras, dar serenos con la marimba y el piano de cola; los mechones, mecheros, lámparas de queroseno, velas, petromax alumbrando los andares; las romerías a los santuarios, los paseos a balnearios, la cogida de capulíes en Cubinche, el cave de papas, las trillas, las tomas de la plaza con los aruchicos de Tupigachi y Guaraquí confrontados a garrotazos. Los campeonatos de fútbol, las competencias de ensacados y atracones; los huevos de gato, los marros, tillos, billusos, tortas, bolas; chullitas y bandidos, torneos de cintas, los gallos, la pelota de guante y la tabla; los guioneros, cucuruchos, priostes, beatas, santos varones, sacristanes, monaguillos; los toros de pueblo, la carrera de bicicletas, las postas; las elecciones de reinas y cortes de honor, los homenajes a personajes algunos inmerecidos, las reverencias a cualquier funcionario de la corte de Carondelet; los viajes embadurnados de polvo, lodo y peligro inminente a la capital; las funciones de cine de mi padre Víctor Manuel, los festivales y  dramas en el teatro parroquial; los desencuentros con los paisanos con sabor a chagras alzados con chuchaqui aristocrático; los cabes en la Chicharrón; las disputas entre conservadores y liberales atravesados por el velasquismo; los jóvenes revolucionarios que escandalizaron a sus padres terratenientes… Todos los espacios de comunicación que fraguan nuestra conducta humana.
Los escenarios históricos se transforman por las condiciones objetivas que marcan las estructuras económicas en consonancia con las modificaciones de los modelos mentales de sus habitantes. El acumulado de luchas y experiencias de vida va definiendo los procesos renovadores de una sociedad que ineluctable va a la transformación y por ende, afecta los procesos de comunicación entre los actores y espectadores de realidades nuevas.
Así brotaron los espacios de comunicación masiva con el perifoneo, las emisoras Ecos y Mensaje; el semanario Radio Ayora y OJR; luego vinieron las cartas al pueblo, mundo 3, manifiestos UP, Radio difusoras Upano, Sucúa, Alfa Musical, Splendit, Mercurio, Ingapirca, Tarqui, Quito, Sensación, As. Los impresos Enfoque, La Esquina, Equinoccial, Nuestra Tierra; ahora en el periodismo digital y Canal universitario. Un recorrido enjundioso que deja harto saber que es compartido en las aulas universitarias desde 1 980. También he cumplido misiones periodísticas en campos de conflicto armado como Paquisha y Florencia.
Puedo confiarles que la experiencia de vida  es incomparable, irrepetible y que la volvería a transitar con la misma pasión y compromiso. He tenido gratificantes obligaciones de leer los clásicos de la filosofía, literatura, política; he tratado cercanamente a los animales puros y universales; probé el sabor amargo de la desconfianza y la decepción; he gastado tanta suela y llevo callos en las posaderas masticando  paisajes; involuntariamente he causado dolor de ausencias prolongadas a mis padres, hermanos, esposa e hijos amados.
He fraguado mi espíritu en la militancia por la vida. He logrado hacer síntesis en la praxis de corrientes filosóficas convencionalmente confrontadas. Estoy convencido de ser el más insignificante ser en el cosmos, con aspiraciones de hacerme grano de trigo. La bitácora registra páginas inolvidables de encuentros trascendentes que otras voces con sabor a vida   evocaran algún día. Con humildad pido prestado a Neruda, Saramago, Withman, Celaya, García Márquez, Marx, El Hijo del Carpintero, Pedro Jorge, Fidel, El Che, Manuela y Eugenio Espejo, Eloy, Bolívar, Mandela, Mujica, Correa, Martí y los comprometidos, locos, incomprendidos, vilipendiados, infamados sus alforjas para ayudarlos a recorrer un pasito en la historia de los tiempos nuevos.
Ramito.

 ÉSTA ES LA CUESTIÓN…
De los asertos noveleros que esgrimen algunos mercaderes de la comunicación, han hecho caldo de cultivo extraordinariamente rentable para seguir con las prácticas nocivas y vulgares. En la sociedad capitalista se vuelven divinas consignas: “quien no está en medios, no es nadie”, “la disputa de los espacios se hace con dinero e influencias”, “hay que tenerles de parte con dádivas limosneras a algunos vinculados a los medios para que no te jodan”; el marketing lo resuelve todo.
Asistimos al teatro vivo del flujo histórico inédito; vamos cayendo de la “defensa de las libertades individuales”, a las desvergüenzas sin descaro; de la “condición de corifeos de los poderes fácticos”, al protagonismo personalista; de “hacernos creer que son imparciales”, al burdo manejo tendencioso, arbitrario del discurso; de “tener rabos de paja bien camuflados”, a ser agresivos tergiversadores de los hechos, circunstancias, contextos de la historia de nuestro abatido país. Comentaristas, entrevistadores, periodistas asalariados, que han tomado el camino de la burda farandulización de la política, que a las claras evidencian sus precariedades con el ejercicio comunicacional contemporáneo y el desprecio a la opción ineludible de ser contrapoder de los poderes reales.
Los noticieros y programas de opinión en la TV; las primeras planas, editoriales, noticias nacionales e internacionales en la prensa; la molienda musical ajena y publicidad de mal gusto, las lecturas acomodadas de textos en la radio; son muestras inequívocas de la ausencia de ingenio, creatividad, objetividad y trascendencia en los nuevos lenguajes que modifiquen sustancialmente las realidades circundantes que agobian a la población que aún con todas las adversidades materiales y espirituales se aferran a construir los nuevos paradigmas con sello de esperanza cierta.
Algunos los conocemos muy de cerca: “de jóvenes incendiarios, de adultos bomberos… y de viejos, reaccionarios”. Sus manifestaciones revanchistas, cargadas de amargura por sentir el desprecio ciudadano de los intelectuales comprometidos; hicieron lo imposible por buscar el endiosamiento narcisista, chocándose con la opaca refracción cayendo en el ridículo de ser chupamedias; en fin de fines, tienen que pagar los favores publicitarios y la garantía monetaria de los activos de sus empresas. ¿Dónde quedaron su conciencia social, la adhesión a las causas justas de la humanidad, el señalamiento implacable a los enemigos del pueblo…? No hay inventos espontáneos voluntaristas en las luchas sociales. Se ES o no se ES, hasta la muerte.
A lo dicho, saltarán a la palestra algunas respuestas de justificación vana, otras no tendrán más que la desacreditación, el insulto, la diatriba, el embadurnamiento de sus reales figuras puestas al desnudo. No pueden jamás merecer ser, ni las pisadas de los precursores del periodismo ecuatoriano; Eugenio Espejo -“El Duende”-,  José Mejía Lequerica, Pedro Moncayo y Esparza, José Peralta, Juan Montalvo. Y lo peor, que se llenaron la boca con sus nombres, jurando ser consecuentes.
Les invito a hacer un simple ejercicio mediático:
1.º Averiguar quiénes son los propietarios, compañías anónimas, sociedades corporativas de los medios de incomunicación social;
2.º Revisar en el registro mercantil y de la propiedad a dichos personajes;
3.º Cuántos y cuáles de ellos fueron diputados, hoy asambleístas, ministros, prefectos, alcaldes, consejeros, concesionarios;
 4.º Inferir las fuentes de los discursos y lenguajes que nos repiten cual catecismo del dios becerro de oro;
5.º Quiénes se opusieron a la convocatoria y boicotearon con sensacionalismo y amarillismo a la Asamblea Nacional Constituyente;
6.º En los últimos 40 años de “régimen democrático” nos endeudamos agresivamente y es dable revisar la lista de los deudores privados y los que fungiendo como funcionarios de Estado facilitaron las imposiciones del FMI y el BID;
7.º Ahora, los acreedores nacionales y extranjeros tienen nexos indisolubles que pueden descubrirse con la apertura de sus cuentas bancarias y la historia patrimonial;
8.º No olvidemos a los beneficiarios del salvataje bancario ligados a MCS, agnados y cognados.
 9.º Elaborar la lista de quienes ejercieron la Presidencia y Vicepresidencia de la República,   Ministerio de Economía, la Gerencia del Banco Central, la Presidencia de la Junta monetaria, los delegados al BID y FMI; relacionar los vínculos familiares, partidistas, societarios en los negocios no confesados; 
10.º Señalar  las veces que sufragaron en las elecciones por estos verdugos del pueblo;
11.º Pueden registrar a los contumaces violadores de los derechos humanos y que han actuado con revanchismo, utilizando los aparatos represivos del estado para someterlos.
12.º Ubicar a los analistas e invitados permanentes de los programas de opinión, noticieros, editorialistas y sus actividades laborales cotidianas que revelarían las reales intenciones de fortalecer el discurso del poder.
No podemos quedarnos en las  simples constataciones. Urgen acciones de enmienda, asumiendo con autocrítica y  valentía una actitud frente a la vida, la sociedad de nuestros hijos que no admiten cobardías, ni hacerles caer la cara. El ejercicio ciudadano reclama una actitud permanente de conocer, entender, interpretar y actuar sin miedos de ninguna naturaleza.
El año 2 011 se presenta como el del tiempo nuevo que nos convoca a seguir firmes en los ideales haciendo de nuestras vidas, herramientas efectivas de procesos trascendentes que contribuyan con eficacia a la construcción de la Nueva Sociedad. ¿Somos o no somos?
SANTO DOMINGO DE LOS TSÁCHILAS
La justa e irrenunciable demanda de información de los habitantes de nuestra jurisdicción, exige de los poderes públicos y entidades privadas una permanente gestión que nos involucre en los procesos para alcanzar el progreso social. La comunicación social por su caracterización fundamental es consustancial con la humanidad desde sus orígenes de presencia en el planeta Tierra. Nos están asignadas históricamente actitudes intransferibles, no delegables: pensar, construir saberes y conocimientos, expresarnos en la gama de lenguajes sin miedos, no hipotecando la libertad de ser auténticos.
Nuestro ejercicio de trabajadores de la palabra, periodistas, comunicadores, lectores, presentadores, operadores; cada vez con  retos de todo orden, se vuelve indispensable en la dinámica social de una provincia en desarrollo. No hay tregua al silencio y la tergiversación o peor, incondicionalidad a otros actores que se apropian de la opinión pública con intereses variadísimos que atraviesan las subjetividades y pueden estar sujetas a la manipulación.
Acepten el pensamiento envuelto en afecto; fruto de la comparecencia con una sociedad que puede caerse a pedazos y que obliga a expresar abiertamente mis preocupaciones y compromisos de enmienda contando con sus orientaciones críticas. Porque me considero un militante de la vida con esperanzas, me permito compartirles algunas reflexiones, frutos de los andares aprendiendo en el periodismo y la sociología.
Nunca como hoy, la sociedad demanda de los testigos de los hechos cotidianos, una condición honesta frente a la existencia y sus congéneres, en la perspectiva de construir nuevos paradigmas que traspasen los linderos de las buenas intenciones y se arriesguen a ser parte sustancial de las transformaciones irreversibles de la nación ecuatoriana y la Patria Grande.
No se puede seguir discriminando, difamando, menospreciando a todos quienes nos hacen sombra y luego nos aterramos de cualquier persona que “hace periodismo” con estatura intelectual y formación académica distinta que vulnera. No es posible, seguir tolerando el manejo sórdido de personajes siniestros mercantilizados que privilegian sus ganancias haciendo uso del amarillismo y convulsionando los espectros más íntimos de lo personal, el respeto a la autoridad y la institucionalidad en nombre de la afirmación: “es lo que el público quiere saber…”, que no es lo mismo que confrontar con valentía la estulticia del poder en manos del oportunismo y el aprovechamiento del Estado para mantener las condiciones de exclusión grosera de los ciudadanos en las decisiones y hechos que atañen a la obra pública, la actividad empresarial con responsabilidad social y las trascendentes expresiones de la cultura. Es hora de consensuar en una agenda mínima para la provincia Santo Domingo de los Tsáchilas, que ayude al desarrollo integral del territorio.
No se trata de suplantar, ni sustituir a los líderes sociales y de opinión con estatura ética universal; no se puede ejercitar una actitud farisea de la información, la tribuna social o la cátedra que solamente hacen ruido y enconan el ambiente empobreciendo miserablemente la conciencia humana. Corremos el riesgo de ser individuos residuales con disonancia cognitiva,  peligro de ser especie en extinción.
Compartamos como actores, no espectadores de procesos innovadores, genuinos, originales que nos desinstalen de las apatías, el conformismo, la comodidad doméstica, la neutralidad, la imparcialidad que no existe; hagamos honor a los precursores del periodismo comprometido con la humanidad en todas las latitudes; trastoquemos las entelequias y el anacronismo enfermizo; venzamos la actitud pancista que se subyuga  a la mediocridad; démosle la oportunidad definitiva a nuestro yo profundo de ser gestores de nuestro destino sin tener que avergonzarnos por el “no pude”, “no intenté”, “no leo, porque no tengo dinero para los libros”, o el acomodo miserable de formas corruptas de sobrevivencia, chantajeando a los poderes, medrando de ellos y convirtiéndonos en caníbales  carroñeros de los colegas.
Es la hora de la verdad; o somos parte de una nueva historia o somos lastre parasitario que merece extirparse en fidelidad a los ideales que algún día juramos defender.
Los retos son innumerables, diversos e insospechados. Reclaman conductas disciplinadas, coherentes, respetuosas de los compromisos, las honras y la dignidad; son necesarias profundas introspecciones y replanteamientos que inclusive nos obliguen  a renuncias, sacrificios extremos en aras de la enmienda con humildad. Es la hora de extirpar los miedos, los miedosos, haraganes, ociosos mentales y quejumbrosos.
Son necesarias, para seguir vigentes en el oficio de la palabra, la incorporación del enorme dispositivo científico tecnológico ligado a los recursos electrónicos, análogos, digitales, satelitales; la asimilación sistematizada  de los nuevos estilos, géneros comunicacionales; ya no se puede estar ajeno a las metodologías del periodismo ciudadano, científico, digital, viajero, económico, jurídico, médico; son abundantes las demandas del periodismo público, cívico y comunitario con recursos alternativos y alterativos. La pedagogía de la esperanza se vuelve nutriente salvífico que nos obliga a construir los enteros de comunicación que superen en proceso sustancial a los medios en manos de algunos inescrupulosos. Por lo tanto, la situación privilegiada de estar involucrados en la comunicación social, obliga humanamente a ser personas productivas sin excusas ni pretextos; eficientes, eficaces, diligentes; que además nos mostremos a la faz de la humanidad con autenticidad, para no ser susceptibles de estar envueltos en las redes de la ignominia y el desprecio.
Somos culpables del silencio de los verdaderos actores ciudadanos; somos corresponsables de los gritos que emancipan; los fraudes que pululan para ocultar las desvergüenzas reclaman de nuestra audacia para descubrirlos y enfrentarlos; las acciones de algunos empresarios, dueños de partidos políticos y candidatos con aires mesiánicos anulan nuestra inteligencia. Los centellantes signos del cambio de época y la irrefrenable avanzada de gobiernos locales democráticos, mancomunidades y alianzas geopolíticas nos reclaman ser consecuentes hasta la muerte.
Extiendo mi mano a la generosa respuesta.

 CÓDIGO DE ÉTICA PERIODÍSTICA EN EL ECUADOR
La libertad de expresión del pensamiento es derecho fundamental del hombre y  piedra angular de todas las libertades consagradas en la Constitución Política y es, por tanto, una necesidad vital del pueblo ecuatoriano. Un derecho irrenunciable  del periodista profesional y una obligación ineludible de los medios de comunicación social y del Estado.
La libertad de expresión se plasma esencialmente  en la libertad de información y de opinión, a través de los medios de la comunicación social. Este derecho es, en consecuencia, inalienable, por lo que le corresponde al periodista profesional su plena aplicación práctica, ya para satisfacer el anhelo comunitario de una información oportuna, verás  y objetiva; ya para contribuir   a la correcta interpretación y orientación de los problemas en el complejo mundo en que vivimos; ya para ofrecer distracción constructiva y útil; ya, en fin, para reforzar e impulsar los programas y planes de desarrollo social y para luchar por la soberanía, independencia y dignidad nacional.
El periodista profesional debe cumplir en este contexto  un rol esencial. Está obligado a ser leal y consecuente con los principios y las aspiraciones de su pueblo, de su comunidad y de su familia. No es ni puede ser neutral, porque en la sociedad humana es imposible esa neutralidad, como no sea para favorecer directa o indirectamente, intereses anti populares. Es y debe ser  esencialmente objetivo (objetivo, sí; neutral o imparcial, jamás), de manera especial, para interpretar los acontecimientos de la vida diaria y darle a la información la categoría, el volumen, la importancia y la interpretación que realmente merece.
La delicada tarea que cumple el periodista profesional le obliga también a ser altamente responsable con los principios universales de la convivencia pacífica entre los países del mundo y del respeto mutuo con los fundamentos sociales de su propio pueblo y sus legítimas aspiraciones, y con las libertades y derechos de la persona humana. No puede, en consecuencia, prestarse para alentar acciones o planes que atenten contra estos principios fundamentales. Deberá ser ajeno al sensacionalismo irresponsable, a la mercantilización de la noticia o cualquier tipo de manipulación de la información o de la opinión que falsee, tergiverse, niegue o limite la verdad.
Personalmente, el periodista profesional, así como tiene derecho a garantías y facilidades para el mejor cumplimiento de su función, está obligado a respetar los derechos de los demás y la integridad moral de las personas, especialmente su vida privada y a guardar una conducta ejemplar que avale precisamente su autoridad para informar, orientar, denunciar o exigir a través de los medios de comunicación social.
Vista esta Declaración de Principios, la Federación Nacional de Periodistas del Ecuador, asume el siguiente CÓDIGO DE ÉTICA PROFESIONAL, para normar la conducta profesional de los periodistas ecuatorianos.

CAPÍTULO I
EL PERIODISTA Y LA COMUNIDAD
Art. 1.- El periodista tiene la obligación de promocionar a la comunidad una información objetiva, veraz y oportuna.
Art. 2.- El periodista debe lealtad  a las aspiraciones y a los valores fundamentales de su comunidad.
Art. 3.- El periodista está obligado a promover el desarrollo integral del país, la educación, la ciencia y a  luchar por la liberación del hombre y los pueblos.
Art. 4.- La comunidad tiene un derecho a ser correctamente informada y el periodista está obligado a evitar la desinformación y tergiversación  de las informaciones.
Art. 5.- El periodista no  debe utilizar su profesión para denigrar o humillar la dignidad humana.
Art. 6.- El periodista está obligado a respetar  la convivencia humana. Le está prohibido preconizar la lucha racial o religiosa. Defenderá la supervivencia de los grupos étnicos y sus derechos a la integración y al desarrollo.
Art. 7.- El periodista está obligado a defender el derecho y el ejercicio de la libertad de expresión de todos los sectores de la comunidad, especialmente de los marginados de la comunicación social.
Art. 8.- El periodista está obligado a luchar por la comunidad en la que se desenvuelve y defender el equilibrio ecológico y el medio ambiente.
Art. 9.-  El periodista debe oponerse y denunciar las campañas promocionales y publicitarias que atenten contra los valores humanos y sociales de la comunidad.
Art. 10.- El periodista tiene la obligación de utilizar correctamente los idiomas oficiales.

CAPÍTULO II
EL PERIODISTA Y EL ESTADO
Art. 11.- El periodista está obligado a defender la soberanía y la integridad territorial, sus símbolos patrios, su historia, su cultura y sus tradiciones.
Art. 12.- El periodista exigirá al Estado una política nacional de comunicación que impida el monopolio de la información.
Art. 13.- El periodista demandará del estado la defensa de los derechos de los trabajadores, su capacitación, salarios justos, seguridad social y estabilidad.
Art. 14.- El periodista exigirá del Estado la plena vigencia de la libertad de la expresión, el libre acceso a las fuentes de información y el derecho del pueblo a una información objetiva, veraz y oportuna.
Art. 15.- El periodista debe luchar para que el Estado garantice la plena vigencia de la Ley de Ejercicio Profesional del Periodista.
Art. 16.- El periodista debe rechazar cualquier presión del Estado que pretenda obligar a adoptar determinada posición o identidad política, religiosa o ideológica.
Art. 17.- El periodista debe impulsar y promover los programas del Estado destinados a fomentar el desarrollo integral del país.
Art. 18.- El periodista luchará por la plena vigencia de los derechos humanos y se manifestará contrario a los regímenes fascistas o que no respeten la dignidad humana.

CAPÍTULO III
EL PERIODISTA Y LA FENAPE
Art. 19.- El periodista debe cumplir y hacer cumplir  este Código, la Ley de Ejercicio Profesional del Periodista, los Estatutos, Reglamentos, así como las resoluciones de la Federación Nacional de Periodistas del Ecuador, FENAPE.
Art. 20.- El periodista será leal militante de la FENAPE y defensor de los principios profesionales.
Art. 21.- El periodista está obligado a fomentar la fraternidad y el respeto mutuo entre colegas.
Art.- 22.- El periodista está obligado a defender a sus colegas que, en razón de su ejercicio profesional o creencias políticas, ideológicas o religiosas, sufrieran persecución, cárcel, tortura, exilio o cualquier otro acto represivo del sector público o privado que atente contra su libertad y dignidad.
Art. 23.- Al periodista le está prohibido promover o participar en actos contrarios a la Federación Nacional de Periodistas.

CAPÍTULO IV
EL PERIODISTA Y EL EJERCICIO PROFESIONAL
Art. 24.- El periodista guardará estricto secreto en el ejercicio de su profesión respecto de las fuentes de información.
Art. 25.- El periodista debe verificar sus informaciones y recurrir  a fuentes que garanticen una información veraz.
Art. 26.- Le está prohibido al periodista recibir bienes o valores destinados a interferir o tergiversar su labor informativa y de opinión.
Art.- 27.- Le está prohibido al periodista utilizar prácticas desleales para desplazar a un colega y ocupar su puesto.
Art. 28.-  Al periodista le está prohibido aceptar remuneraciones inferiores al mínimo establecido por la Ley.
Art. 29.- El periodista denunciará ante la FENAPE las presiones que las fuentes ejerzan sobre el patrono para removerlo injustificadamente o impedir el ejercicio de su profesión.
Art. 30.- Le está prohibido al periodista comunicar de mala fe informaciones probadas como falsas. Los rumores y las noticias no confirmadas deben identificarse y tratarse como tales.
Art. 31.- El periodista está obligado a rectificar las informaciones probadas como falsas. Los rumores y las noticias no confirmadas deben identificarse y tratarse como tales.
Art. 32.-  Al periodista  le está prohibido utilizar como suyo material informativo en cuya elaboración no haya participado, no prestar su nombre para amparar publicaciones o programas donde no tenga participación efectiva.
Art. 33.-  El periodista debe informar a su Colegio Provincial casos de ejercicio ilegal de la profesión, a fin de que el Colegio denuncie el incumplimiento de la Ley a las autoridades correspondientes.
Art. 34.- Los periodistas que tienen funciones directivas no pueden ejercer acciones que perjudiquen a sus colegas subordinados, por discrepancias políticas, ideológicas, religiosas, enemistad personal o consignas empresariales injustificadas.
Art. 35.- Al periodista le está prohibido usar el anonimato, las publicaciones aprócrifas y la divulgación de rumores falsos o tendenciosos.

CAPÍTULO V
EL PERIODISTA Y LA EMPRESA
Art. 36.- El periodista está obligado a velar porque se cumplan las disposiciones de la legislación laboral.
Art. 37.- El periodista exigirá a la empresa respeto para sus creencias políticas, ideológicas y religiosas.
Art. 38.- El periodista exigirá a la empresa respeto a su producción, cuyo sentido no podrá ser cambiado sin su consentimiento.
Art. 39.- El periodista debe asumir conjuntamente con la empresa la responsabilidad de toda información elaborada por él y difundida sin que ésta haya sufrido alteración ajena a su voluntad.
Art. 40.- El periodista debe propender a que se le reconozca el derecho a intervenir en la elaboración y ejecución de la política editorial e informativa del medio en que trabaja.
Art. 41.- El periodista debe exigir en sus relaciones con la empresa un tratamiento ajustado a su dignidad y al valor e importancia que tiene su profesión en la sociedad.

CAPÍTULO VI
EL PERIODISTA Y LAS RELACIONES INTERNACIONALES
Art. 42.-  El periodista está obligado a cumplir las decisiones y acuerdos que la institución tome estatutariamente en sus relaciones internacionales.
Art. 43.-  El periodista debe luchar por la libertad de los pueblos, contra el colonialismo, el neocolonialismo y toda forma de discriminación ideológica, religiosa y racista.

CAPÍTULO VII
DISPOSICIÓN FINAL
Art.  44.-  El presente CÓDIGO DE ÉTICA PROFESIONAL, fue aprobado por el Comité Ejecutivo Nacional de la Federación Nacional de Periodistas del Ecuador, en la ciudad de Cuenca, el 17 de noviembre de 1 978.
Promulgado en el Registro Oficial N.º 120, del 4 de febrero de 1 980.

De las experiencias vividas, experimentadas, asumidas, solicito comedidamente leer, entender, aplicar los contenidos en la perspectiva de observar conductas dignas que merezcan el respeto ciudadano.
Favor si hay réplicas, hacerlas con la consideración que el momento exige, desterrando las subjetividades y los intereses personalistas.
 
CÓDIGO DEONTOLÓGICO
TÍTULO I: PRINCIPIOS GENERALES
Artículo 1.- Misión y fundamento.

El/la periodista tiene como principal misión suministrar libremente a la ciudadanía toda información veraz y defenderá las libertades de expresión, información y opinión al servicio de una sociedad libre, solidaria, justa y pacífica.

Artículo 2.- Salvaguarda de los valores universales.

El/la periodista defenderá los principios de la Declaración Universal de Derechos Humanos y salvaguardará, por encima del interés periodístico, los valores superiores del ordenamiento jurídico  que conforman el Estado social y democrático de Derecho.

 Artículo 3.- Información objetiva y rigurosa.
El/la periodista informará con objetividad, rigor, imparcialidad, responsabilidad y honradez, para que la ciudadanía obtenga los datos relevantes y pueda formarse su propia opinión, y se abstendrá de participar en actividades que supongan conflicto de intereses con su trabajo profesional.
Artículo 4.- La verdad periodística.
1. La difusión de la verdad es un deber ineludible de la profesión periodística, y su conocimiento, un derecho irreductible de la ciudadanía.
2. El/la periodista deberá relatar la verdad, o lo que más objetivamente se aproxime a ella, esto es, hasta lo que pueda averiguarse con los medios al uso de la profesión y según los hechos disponibles, que nunca podrá equipararse a una investigación judicial o policial.
3. En la difusión de opiniones, buscará el contraste de las más relevantes.
Artículo 5.- Relativismo periodístico.
1. El/la periodista comprometido/a con la tarea de informar presentará sus trabajos sin permitir que en él interfieran sus propias creencias y preferencias, y, en el reconocimiento de que es imposible la completa objetividad informativa, tendrá cuidado de no permitir que los propios prejuicios influyan en la elaboración y difusión de la información, con clara distinción entre hechos y opiniones.
2. También rechazará cualquier tipo de presión de personas o grupos con intención de censurar, mediatizar o poner la información al servicio de sus intereses particulares.
 Artículo 6.- Compromiso por la paz y la justicia social.
En el ejercicio de su profesión, el/la periodista debe adquirir un compromiso ético a favor de la paz y la no violencia, y se esforzará en defender los derechos humanos y la justicia social.
TÍTULO II: DERECHOS Y DEBERES PROFESIONALES
 Artículo 7.- Cláusula de conciencia y secreto profesional.
1. La profesión exige de los poderes públicos la regulación de la cláusula de conciencia y el secreto profesional.
2. Ningún periodista tiene obligación de responsabilizarse de cualquier trabajo que vaya en contra de sus convicciones éticas y deontológicas, sin que sea admisible por estas causas el traslado, la sanción o la represalia.
3. El/la periodista no tiene obligación de revelar a nadie sus fuentes de información, ni siquiera a sus responsables jerárquicos. En caso de que sea requerido/a por la autoridad judicial para desvelarlas, deberá protegerlas, salvo que, a su juicio, esta actitud conlleve graves perjuicios o peligros, tanto para terceras personas como para la sociedad en general.
Artículo 8.- Estatutos y Consejos de Redacción.
Los Estatutos y Consejos de Redacción deben ser implantados como instrumentos eficaces para velar por los deberes y derechos de los/las periodistas en las empresas.
Artículo 9.- El origen de las noticias.
El/la periodista sólo difundirá informaciones de las que conozca su origen, sin que pueda nunca hacerse eco de anónimos y rumores, y siempre pondrá en conocimiento de la ciudadanía los rasgos esenciales de esas noticias, sin que autorice o consienta ni su supresión ni su ocultación.
Artículo 10.- Propiedad de la obra informativa.
El/la periodista no se apropiará indebidamente de la obra informativa ajena, incluso la no publicada.
Artículo 11.- Vigilancia y acceso a los medios de comunicación públicos.
La profesión periodística vigilará que los medios de comunicación públicos respeten el pluralismo de la sociedad y que tengan acceso a ellos todos los grupos políticos y sociales significativos.
Artículo 12.- La responsabilidad periodística.
El/la periodista tiene la responsabilidad de servir a la sociedad la información de manera veraz y objetiva, sin que pueda excusarse de que ha faltado a este principio en cumplimiento de las órdenes de sus superiores o de los propietarios de los medios de comunicación en los que trabaje.
Artículo 13.- Respeto a la vida privada.
1. El/la periodista respetará en su trabajo informativo la intimidad y la dignidad de las personas, al tiempo que eludirá proporcionar datos que identifiquen a los/las protagonistas de la información cuando puedan ocasionarles daños morales, tanto en su esfera personal como en su entorno familiar y social.
2. En todos los medios, y especialmente los audiovisuales, no podrán ser difundidas imágenes privadas o conversaciones si han sido grabadas sin conocimiento de la persona afectada, excepto que se trate de un hecho delictivo.
Artículo 14.- La calumnia y la injuria.
1. La calumnia y, en mayor medida, la injuria son incompatibles con el ejercicio de la profesión, y su apreciación por los tribunales constituye el peor delito en el que puede incurrir un/a periodista.
2. El principio de presunción de inocencia debe respetarse fehacientemente mientras no haya sentencia en contra.
Artículo 15.- Trato respetuoso.
1. La ética periodística prohíbe el insulto y, cuando menos, demanda de los/las profesionales un trato respetuoso a las personas protagonistas de la información, sin que puedan nunca dejarse influir por sus opiniones personales sobre ellas.
2. El/la periodista evitará el uso de todo lenguaje discriminatorio, ya sea por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social.
Artículo 16.- Información privilegiada.
1. El/la periodista no utilizará en su provecho particular, ni de terceros, las informaciones confidenciales que haya recibido en razón de su oficio y que puedan ser susceptibles de producir intereses económicos y financieros.
2. El/la periodista rechazará cualquier tipo de regalo fuera de los generales de cortesía de empresas, grupos, instituciones y particulares.
Artículo 17.- Asunción de errores.
Cualquier error informativo propio deberá ser rectificado y reconocido públicamente en el menor tiempo posible, y el/la periodista asumirá las disculpas y responsabilidades a que hubiera lugar.
Artículo 18.- Trabajo remunerado.
El/la periodista no deberá aceptar trabajos no remunerados, salvo colaboraciones excepcionales o tareas de voluntariado, siempre que no suplan puestos estructurales.

LOS PODERES REALES… ES LA HORA DE LA PATRIA
El avispero social está agitadísimo. Quizá lleguemos al caos; después vendrá la luz. Culpados e inculpaciones;  acusaciones van y vienen; cadáveres ambulantes que pretenden resucitar en los escándalos asumiendo papeles de redentores y modelos de honestidad. Apátridas invocando las “libertades individuales” en función de su único interés: acumular más recursos a costa del erario nacional. Codicia con enjuague altruista que tima a los incautos. Marionetas, corifeos, caníbales, carroñeros, rastreros, vendepatrias, bucaneros, copando las pantallas, las páginas, los espacios radiales de los medios de incomunicación privados. Títeres y titiriteros en una reguetoneada farandulera mezclada de mendacidad.
Desde hace tiempo atrás; para ser más exacto  en el 2 001 expuse en la Cátedra universitaria un documento elaborado por cuarenta centros de inteligencia que fueron convocados por la CIA  para intentar un pronóstico mundial  y desarrollar algunas estratagemas que frenen el progreso social de la humanidad. Dicho estudio, contiene una brevísima referencia de nuestro país el Ecuador, que sería liquidado como Estado y Nación por diversas causas inherentes a las estructuras económicas, políticas, culturales, geográficas, antes del 2 015. Poco o ningún caso ha merecido esta premonición.
Claro que algunos personajes  y entidades estarán frotándose las manos al suponer que podríamos convertirnos en Estado libre asociado al imperio;  para eso hicieron méritos suficientes los Mahauads, Gutiérrez, Alarcón, Sixto, Dahik, los Noboas y los que ejercieron ministerios; y que, además de arreglarse su próxima existencia aburguesada con las comisiones y negociados, cumplieron a cabalidad sus papeles de lacayos desmanteladores del andamiaje jurídico institucional para saquear los recursos naturales, los ahorros en los bancos, las privatizaciones de los bienes públicos y el desmembramiento de los tejidos sociales más consecuentes.
Todos aquellos, en nombre de la libertad hacen los actos más desvergonzados por convencernos que no existe soberanía, independencia, dignidad nacional, pasado antiguo,  cultura, decoro; su cinismo predica con soberbia el anclaje en los procesos hegemónicos de los países imperialistas que saquean el planeta con sus empresas transnacionales, contentándose con las migajas y los adulos.
Reiterar  la inequitativa estructura económica y social que nos envuelve sonaría a queja; insistir en que son 28 grupos criollos monopólicos que se llevan el 91% de la riqueza nacional, quizá provoque una mueca; conocer que las multinacionales que operan en el Ecuador lucran tres mil cuatrocientos millones de dólares anuales, simplemente es una grosería financiera; descubrir que los canales de TV, TVCable, Radiodifusoras, revistas y periódicos, operadoras de celulares y fibra óptica están vinculados a la banca, capitales golondrinas, narcolavado que además manejan diputados, funcionarios gubernamentales, jueces y caciques locales  que medran, inventan crisis, manipulan, tergiversan, descontextualizan información sin ningún escrúpulo; afirmar que nuestro territorio se encuentra geopolíticamente en un enclave necesario de control y dominación para América Latina puede despertar preocupación; avergüenza tragarnos los vítores en el deporte cuando se manejan hasta los emblemas de la Patria con jugosas ganancias, utilizando a las masas de espectadores como carnes de cañón y de consumo; saber que la invasión de tecnologías aplicadas a la electrónica, agricultura, modos de vida, división social del trabajo inexorablemente nos condena a destruir los núcleos sociales; aceptar con bronca que los intelectuales, sectores progresistas, partidos y movimientos renovadores están penetrados por formas, procedimientos, conductas arribistas, exhibicionistas, esnobistas, anárquicos que hacen el juego desideologizado a los aventureros y nunca extinguidos oportunistas de los poderes locales y representativos del Gobierno, causa desobligo y angustia.
Se van agotando las vías y posibilidades de un hecho histórico trascendente,  incluyente, democrático, pacífico. La ecuación alternativa y en realidad alterativa, es urgente: asumir con todos los riesgos la condición de ser ciudadano a tiempo completo y dejar de ser simple habitante de un entorno cargado de sujetos parasitarios.
¡Es la hora de los gritos emancipadores! Los nuevos paradigmas se construyen con el heroísmo de los hijos bien nacidos de los ochocientos pueblos de nuestra querida patria ecuatoriana. Perder los miedos de pensar, hacer, decir,  nos devolverá la dignidad perdida y escamoteada; involucrarnos en los saberes y aprenderes ancestrales nos dotará de una sólida postura frente a la vida misma. ¡Unirnos los más!  Los que generamos riqueza material y espiritual, los que producimos ciencia, tecnologías, conocimientos innovadores. Sometamos a los excluyentes, racistas, fanáticos, dogmáticos, sectarios, burocratizados, liderzuelos…
Puedo concluir que, el estado de cosas se cambia (porque viví otras culturas emancipadas) con la organización social, las luchas cotidianas, el amor infinito a los propios hasta la muerte; ejerciendo el poder real del testimonio humano que nace de la legitimidad que los demás le otorgan por su coherencia, su convicción, su transparencia del yo profundo fraguado en sus ideales más excelsos junto al pueblo.

¡NICOLÁS MAQUIAVELO DESCANSE EN PAZ!
Podríamos pensar, que también está revolcándose en la tumba al saberse utilizado por cuanto imbécil y oportunista que cree que por practicar y repetir: “el fin justifica los medios”, ya puede considerarse un “expertísimo político”. Los últimos treinta años nos dejan innumerables ejemplos de los más patéticos especímenes variopintos que han usufructuado, medrado, esquilmado, aprovechado de los poderes con inconfesables propósitos ligados a intereses fácticos, capitales especulativos, cacicazgos parroquianos, afanes imperiales o por “simple ignorancia”. Ahora tenemos en el escenario tantos y cuantos que se los puede distinguir sin mucho esfuerzo, para afirmar que el hacer política no es cuestión de simple voluntad, sino de conocimiento, preparación, confrontación, inserción en la realidad, compromiso con las grandes causas de la humanidad, ubicados espacial y temporalmente en su entorno.
Si los más de cinco mil dignatarios de los diversos niveles de gobiernos locales,  más los eternos perdedores y los que se eternizaron en la representatividad local demostraran conocimientos amplios de la economía política, la historia, la filosofía, la planificación; transparentaran sus cuentas y contaran sus “milagros y pecados”; sustentaran sus discursos sobre hechos de vida ciertos que den cuenta que comparecen con los conglomerados sociales, no para timarlos y explotarlos, sino ser sus interlocutores válidos que estén dispuestos a firmar su renuncia irrevocable sin fecha, que se haga efectiva el día que traicionen sus principios. Claro, unos luchan con y por principios, y otros defienden y están sometidos a intereses de los dueños de las mafias electoreras y propagandísticas del capital. ¡Maquiavelismo nada perverso!
Revisar las páginas de la historia que se cuenta en cientos de años, como decía Goethe, nos exige dedicación venciendo la pereza intelectual propia de charlatanes, dogmáticos, sectarios, anacrónicos que pululan las universidades y los pasillos de los centros de poder. Menos mal, que la misma crónica de la humanidad nos demuestra con ejemplos concretos que el dispositivo comunicacional a nuestro alcance, ya no admite fariseos que timan la credibilidad de los seres humanos.
El susodicho Nicolás Maquiavelo se manifiesta como la expresión de las mentes aburguesadas.  Su origen es de extracción noble empobrecida, nació en Florencia Italia (1 469 – 1 527). Fue secretario del “Consejo de los Diez” durante 14 años ininterrumpidos. Dicho estamento fue el órgano de gobierno principal de la República Florentina. Sufrió una persecución implacable de Lorenzo de Médicis cuando éste retornó al poder. Luego de estar cerca del poder y en la sombra escribió varias obras, entre las cuales se cuentan dos tratados de política: “Discursos sobre los diez libros de Tito Livio” y  la tan afamada “El príncipe”. El buen lector advertirá una flagrante contradicción entre las reglas para un gobernante absoluto y las secretas maniobras con rasgos de excelencias de la antigua República Romana. Maquiavelo destaca sin ambages las condiciones excepcionales, las virtudes de sobriedad e independencia que caracterizaban al pueblo romano durante la vigencia de la República, jugando la temporalidad de la Italia un Estado vigoroso y Centralizado en una monarquía Absoluta; señala las normas de conducta para el Príncipe como gobernante. Exige al pueblo la práctica irrestricta de la moral, pero el Príncipe está al margen de esa moral. Hasta hoy una práctica desaprendida, pues algunos inefables adulones de Carondelet, El Congreso, Contraloría, Cortes y Tribunales; cúpulas eclesiásticas, militares y policiales; las Cámaras y los “académicos-analistas”; los comentaristas, editorialistas, lectores de noticias, presentadores de basura televisiva nos dan antitestimonio diario; su doble moral avergüenza. Se mezclan el dolo, la impunidad, la crueldad… dejan de lado toda moral en la cuestión de defender su status y el interés meramente material, haciendo uso de cualquier recurso aún invocando la Constitución y las leyes acomodadas a su antojo y arbitrio.
Igual que Maquiavelo, algunos personajes que se autocalifican de “predestinados y mesiánicos” creen todavía con chuchaqui aristocrático que  los seres humanos son malos por naturaleza y las mismas pasiones inducen a unos y otros en la Historia de la Humanidad. La codicia y la ambición son vectores de sus actos. Están convencidos de su perspicacia, astucia y prepotencia y no admiten la confrontación con los poderes, los otros reales que nacen en la soberanía del pueblo; odian a quienes les hacen sombra. La religión predicada desde las concepciones dogmáticas inquisitoriales juega un rol de afianzamiento del poder del Estado, alimentado por el miedo de los ciudadanos, pobladores y habitantes. El PODER come miedos.
El perfil apropiado para asumir el “principado criollo”,  contempla: sea   despiadado, pérfido, indolente, descarado, demagogo, astuto “hay que  ser una zorra para ver los lazos y un león para ahuyentar a los lobos”. Don Nicolás Maquiavelo recomienda a rajatabla la inviolabilidad de la propiedad privada. “Más fácilmente olvidan los hombres la muerte de sus padres que la pérdida de su patrimonio”. “A los hombres, dice, hay que atraerlos o deshacerse de ellos”. “Pueden vengarse de las ofensas leves, pero no de las graves, así que la ofensa hecha a un hombre ha de ser tal que el príncipe no pueda temer la venganza”. No duda en sugerir la violencia, los escarmientos, los asesinatos, las venganzas financieras; cuando no el chantaje o la elegancia de la humillación pública. También y en sumo grado conmina al uso de las fuerzas represivas, según él, “siempre habrán buenos amigos mientras haya un aparato represivo poderoso e implacable”. Aconseja el castigo con rapidez a sus opositores y hay que hacerlo con audacia y decisión. El cinismo es el recurso predilecto para hacerle el quite a la crítica. Está ausente la autocrítica. El Poder definitivamente le entontece, envilece, entorpece… hasta la paranoia, que le llevará al sepulcro entre los vivos. Cuántos de nuestros amigos, conocidos, colegas han caído sin ‘vuelvaluego’ en la ignomia, mostrándose inclusive “orgullosos” de ser déspotas ilustrados, que reniegan su pasado comprometido con las causas justas de la humanidad.
Si por casualidad conoce algún personaje con influjo maquiavélico, de esos que huelen a cloroformo, sin embargo se alimentan de los homenajes y autorreconocimientos “públicos” fraguados, no dude en proclamar que Nicolás Maquiavelo descansa en paz. A los de ahora, de carne y hueso, los enterrará la nueva historia que la estamos escribiendo para contribuir consecuentes a la revolución de la humanidad en su infinito avance al PROGRESO SOCIAL sin exclusiones.

PODERES LOCALES Y DEMOCRACIA PLENA
Las reacciones humanas en el tiempo y en el ejercicio del PODER de estadistas, filósofos, luchadores sociales, políticos, periodistas, editorialistas y demás gente involucrada en la COSA PÚBLICA, de seguro que han sufrido más de un shock decepcionante, al observar las democracias formales de los países paradigma, pues dichas experiencias distan mucho del ideal democrático pensado y fraguado con períodos revolucionarios en las distintas épocas de la humanidad.
La DEMOCRACIA, categoría y sistema (para algunos en desuso y arcaica), es la forma de régimen político, basado en la proclamación y vivencia de los principios del PODER DEL PUEBLO, LA LIBERTAD Y LA IGUALDAD DE LOS CIUDADANOS. La Democracia, supone el reconocimiento del principio de la subordinación de las minorías sufragantes, a las mayorías votantes (sin mañosos polinonios electorales), la elegibilidad de los principales organismos del PODER LOCAL Y EL GOBIERNO, la existencia de los DERECHOS Y LIBERTADES POLÍTICAS.
Existe una ligazón indisoluble con las condiciones materiales de vida de la sociedad y su estructura de grupo económico. LA DEMOCRACIA, en nuestras realidades latinoamericanas, es la expresión arbitraria de la dictadura de los sectores dominantes. En el contexto de regímenes con sello constitucional que sacraliza el libre mercado (contradicción humana), con amparo divino de los profetas neoglobalizadores; las instituciones de la democracia sirven a los grupos más fuertes. En el actual sistema, calificado por S.S. Juan Pablo II, como el capitalismo salvaje, tenemos una democracia amputada, mezquina, falsa; una democracia únicamente para ese sector del 9% que se aprovecha del 91% de las riquezas nacionales.
Al mismo tiempo, esta democracia que “vivimos”, es del tipo histórico que agudiza crudamente las contradicciones sociales. En el contexto regional y mundial se crean posibilidades más amplias para el desarrollo de nuevos actores poblacionales con conciencia social, los cuales construyen con todo vigor procesos renovadores, con aspiraciones reales de ampliar la DEMOCRACIA PLENA, SOBRE UNA BASE SOCIAL NUEVA. Las ciencias, las tecnologías y sobre todo, los tejidos sociales, contribuyen insospechadamente a levantar una SOCIEDAD DEMOCRÁTICA UNIVERSAL.
En nuestro paradójico Ecuador; NACIÓN ESTADO EN ANACRÓNICO MODELO REFLEJO DE LAS NOVELERAS RECETAS IMPERIALES; país reproductor mecánico de formas criminales de explotación laboral, donde se persiste en la antihumana distribución de la riqueza, donde la estupidez, prepotencia, codicia, soberbia, vanidad y analfabetismo político de algunos “predestinados y mesiánicos” que ejercen dignidades en los organismos seccionales y el gobierno; SE ENGENDRAN ya (a pesar del oportunismo elevado a categoría conductual que embriaga y envilece el liderazgo),  ORIGINALES, GENUINOS Y COMPROMETIDOS GOBIERNOS LOCALES.   
Los ejemplos y experiencias de Juntas Parroquiales y Municipios son dignos de emularse. Los PROGRAMAS HACIA EL DESARROLLO, con la asistencia de algunas ONGs tienen en sus contenidos componentes de equidad, igualdad, seguridad comunitaria; CAPACITACIÓN PARA LA PRODUCTIVIDAD; salud alimentaria, turismo ético, granjas productivas, recuperación forestal, protección de cuencas hidrográficas, asambleas de la mujer y la familia; tratamiento ecológico de los deshechos sólidos, emanaciones tóxicas y ruido contaminante; planes estratégicos y presupuestos municipales participativos; impulso y apoyo decidido a las manifestaciones de la CULTURA NACIONAL Y POPULAR con clara vocación a FORTALECER LA IDENTIDAD.  Estos GOBIERNOS LOCALES TRASCENDENTES, hacen posible la creencia en estructuras democráticas que afianzan la igualdad entre los individuos y una libertad auténtica. Claro está, su consolidación también tiene oposición irracional; algunos  innovadores Alcaldes y Presidentes de la Juntas, sufren tribulaciones provocadas por el ostracismo fanático, personajes siniestros que no quieren abandonar su condición de caciques de aldea y crápulas, los cuales, han medrado  las migajas del poder partidista y que les utilizan como correas de transmisión con las clientelas electoreras.
Entusiasma ver equipos humanos dirigentes que han dicho: No al clientelismo. No al servilismo; No al facilismo; No a recibir las cosas y recursos “a manos lavadas”; No a la violencia cotidiana e institucional. Por primera vez se pueden observar procesos participativos; Instituciones y líderes que RINDEN CUENTAS periódicamente; QUE LA INFORMACIÓN, CONTRATOS Y PRESUPUESTOS SON construidos colectivamente y en actitud democrática a la luz del día TRANSPARENTADOS.
Sigue en pie la tarea fundamental para la gestión renovadora; el traspaso de las competencias, desde los organismos superiores, sin embargo de ser una consecuencia infranqueable de un PODER LOCAL FORTALECIDO,  se ven impedidas por negligencia burocrática, afanes de caudillaje e interés económico centralista. Estas reivindicaciones legítimas han elevado el nivel de conciencia de los pobladores en el ejercicio de su CONDICIÓN CIUDADANA, superando el simple comportamiento de habitantes utilitaristas, históricamente timados y manipulados.
La educación política del Pueblo,  la vivencia en  la cultura, la participación efectiva en los hechos comunitarios son los vectores que garantizan el PODER CIUDADANO, EJERCITADO CON RESPONSABILIDAD, DISCIPLINA, TRABAJO FECUNDO, ÉTICA, MORAL; CON IDENTIDAD PROPIA; ORIGINALIDAD DESDE LA DIVERSIDAD. SIN EXCLUSIONES.
El Código Orgánico de Organización Territorial, Autonomía y Descentralización, ayuda a proponer un tránsito por el cauce democrático de gestión anclada a la participación ciudadana más amplia.
El riesgo siempre será que nos ganen la partida los tramposos y medradores de toda vacilación y cobardía de los más, los mayoritarios.
Un periodista que manifieste en su conducta la supina ignorancia, que presuma de no ser político, que no lea, que se encarame en la idiotez, que haga uso de algún talento humano para timar, chantajear, medrar y existir, merece señalarlo  ante la vindicta pública.  El juicio de la historia es implacable.
No deja mono con cabeza.